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viernes, 10 de abril de 2015

Transformación

¿Que sería de nuestra vida si no permitiéramos que nos transformara? Somos seres hechos de materia orgánica. Cambiamos, evolucionamos, nos transformamos. Con cada encuentro, cada evento, cada suceso de nuestro día a día, afectamos nuestra vida y se ocasionan cambios. Estoy y quiero estar consciente de esos cambios, cada minuto de mi vida. Mi hijo me sonríe y eso dispara en mi algo que altera el estado emocional de mi día: un cambio. Tomo un vaso de agua, me lleno de vida y eso altera mi estado físico. Siento un dolor en un pie que me provoca incomodidad, altera mi humor.

Los cambios por los que yo estoy pasando no son externos (aunque existen manifestaciones externas de ellos). Son cambios profundos que están sucediendo en mi interior y que me están transformando. ¿En que? No lo sé. Supongo que en mi misma. Supongo que estoy acercándome a ser más yo cada día y eso es lo que está sucediendo. Mis cambios internos alteran mi mundo, el de mi hijo, el de mi esposo, el de mis amigos y mis compañeros de trabajo y el mundo se mueve. ¡Que maravilla! ¡Por favor que el mundo no deje de moverse!

Empiezo a ver lo que se ve, a escuchar lo que se oye, a sentir lo que siento y a entender lo que entiendo.

Empiezo a comprender el significado del desapego. Del desapego a lo que no se ve, a lo que no se escucha, lo que no se siente y lo que no entiendo. Me empiezo a sentir libre. Libre de las expectativas de otros y sobre todo de las que me impongo. Libre de las viejas historias del pasado. Aquí presente.

No hay otra cosa más que el aquí y el ahora.


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